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El sexismo benevolente y negacionista es el germen de la tolerancia a la violencia machista.

La Consellería de Igualdad acaba de publicar que la violencia machista es percibida como un grave problema por el 80% de los gallegos.  Es una noticia importante, porque el año pasado eran el 70% los que lo consideraban, o lo que es peor, el año pasado en la misma macro encuesta sobre violencia de género un 30% de los gallegos y gallegas no sentían ni padecían con los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas, es decir, no se sentían conmocionados con esas muertes y por lo tanto la desaparición de esas mujeres era irrelevante para ellos. 

 

El 25 de noviembre es la efeméride de la no violencia contra la mujer. No se puede celebrar, claro. Es un día para la reflexión, la reivindicación y para sentir severamente la ausencia de todas esas mujeres que han dejado de existir por su condición de ser mujeres, nada más. El sexismo hostil es fácil de identificar y no queda nadie, afortunadamente, que se atreva a defenderlo públicamente, aún así los asesinatos machistas siguen sucediendo. La ley de igualdad española es una de las más avanzadas de Europa, es decir, las mujeres estamos protegidas legalmente. Sin embargo, esa protección no llega a ser efectiva en la intimidad, en las calles, en el espacio público y, por lo tanto, es una responsabilidad de todos, de los de “a pie”, que las cosas cambien, pero hay que hilar más fino. Tenemos la responsabilidad de evitar que las “dulces” semillas del machismo, generen enredaderas de tolerancia a la violencia sexista, me explico:

 

Antes de que se llenen de luces las calles, todos percibimos que se acerca la Navidad, porque la televisión se llena de cuerpos femeninos absolutamente sexualizados como reclamo de venta para perfumes o coches que están totalmente desvinculados del producto. 

 

Ha cambiado el paisaje, los bares de nuestro barrio están cerrados, vamos con mascarilla y apenas cruzamos unas palabras entre los vecinos, quizá hablamos del tiempo al comprar el periódico en el quiosco, de la soledad que se percibe con toda la hostelería cerrada en la tienda de alimentación. Sin embargo, a pesar de las limitaciones para reunirse y conversar, casi todos los días escucho frases condescendientes repetidas y expresiones que perpetúan estereotipos que perjudican o invisibilizan a las mujeres. No te marches tarde que te pueden entrar en la tienda y darte un susto, por ejemplo. ¿Porque está normalizado que deba sentir miedo por ser una mujer sola en la noche?, parece que estuviera buscándome la agresión. Una vez más, planea el fantasma de la culpabilización de la víctima, la sociedad entiende que yo me “guarde” en lugar de encerrar y perseguir a los violentas que se creen con derecho a agredir a una mujer por el hecho de estar sola. La acción de cambio debe situarse en la condena a la conducta agresiva, es obvio, pero no se contempla, como si se diera por sentado que los “salvajes” no son reconducibles y es mejor mirar para otro lado como sociedad.

 

Más ejemplos, cuando un camarero, al estar compartiendo mantel con mi pareja masculina, le ha servido la bebida alcohólica al él siendo abstemio, sin preguntar para quién es; o cuando el vendedor de mi quinto coche le daba los datos técnicos a mi marido y a mi los estéticos, y eso que he escrito un libro de conducción por Galicia en 4x4 y he probado muchos todoterrenos en situaciones extremas. 

También tardaron un tiempo los responsables del departamento de informática de un conocido centro comercial en dejarme de tratar con condescendencia cada vez que iba a adquirir un equipo para la oficina.

Al contrario me ocurría en la sección de pequeño electrodoméstico, me han considerado experta en lavadoras, lavavajillas y planchas con solo mirarme, imagino que suponían que la habilidad para manejar una aspiradora es inherente a la condición de mujer.

 

Estas y otras situaciones cotidianas constituyen el sexismo benevolente, popularmente conocido como “micromachismos”, una palabra que no es del gusto de muchos y que se convierten en una coartada para que los  estereotipos de género se perpetúen por parecer más amables que el sexismo hostil, ese que se manifiesta de forma zafia y violenta.

 

Me preocupa también que haya un partido político que se haya convertido en enemigo de las mujeres que no “aceptan” el papel tradicional. La igualdad entre sexos se ha convertido en el “adversario a batir” y luchan con más vehemencia contra el feminismo que contra los asesinatos de las mujeres, incluso manipulan las cifras, lo que provoca una doble victimización de las asesinadas. Esta falta de empatía hace mucho daño y nos recuerda que todo lo avanzado y conseguido en materia de igualdad hay que defenderlo.

ARIANA FDEZ. PALOMO

Farmacéutica e investigadora de la USC sobre comunicación científica con perspectiva de género. Formuladora en el laboratorio-tienda LP10 LAB S.L. de Travesía da Gaiteira, 2. de A Coruña.

Ariana F.Palomo

CEO en Lp10 
+34 661526090
Periodista, farmacéutica e investigadora en comunicación científica.
Socia de la Asociación veciñal Oza Gaiteira Os Castros
 
“No hay nada más poderoso en el mundo que una idea a la que le ha llegado su momento" Víctor Hugo.